lunes, 17 de junio de 2013

Das kommt mir Spanisch vor!

Hola Bartolos y Bartolas!

Este es el post referente a la semana del 3 al 9 de junio. En cuyo viernes me enfrenté finalmente a mi examen oral en alemán (sí, voy a dar más la tabarra que Howard Wolowitz con su viaje al espacio). De ahí el título del blog, que significa "Eso me suena a español", como equivalente a nuestro "Eso me suena a chino", que es lo que pensarían los examinadores cuando les contestaba las preguntas.

Como auto-premio por mi hecho heroico, dos horas después del examen partí en una excursión que organizó la oficina internacional hacia Thuringen, estado federado del centro del país. Que duró todo el fin de semana, y nos tuvo hasta último momento con el alma en vilo, puesto que las inesperadas lluvias habían inundado muchas ciudades del centro-este de Alemania, y lo mismo íbamos a volver surfeando. Pero keine Panik, que todo fue bien.

Así que el viernes sobre las 13:00 nos encontramos con algunos de nuestros amigos y echamos unas cuatro horas en bus (que tendrían que haber sido de siesta, pero no) para llegar a la ciudad de Erfurt. Visitamos una ciudadela con los típicos elementos medievales, pero con la peculiaridad de que nos guiaron por unos túneles subterráneos un poco claustrofóbicos, que conducían a refugios para mujeres y niños, y a lo más importante: la bodega del vino de los monjes. Después unas fotos con un atardecer de película, en las dos catedrales que ahora son una sola. Nos dejaron a nuestra bola para cenar y tras una rápida investigación, decidimos cenar en un restaurante del casco histórico, con su correspondiente clavada por unos Thüringer Sauerbraten. Una vez alimentados, que falta nos hacía, nos fuimos a recorrer las callejuelas de la ciudad, que me encantó por la atmósfera tan animada que tiene, llena de baress intercalados con tiendas hipsters y artistas callejeros, y con el río totalmente adaptado a la ciudad. ¡El clima era perfecto!





Pasamos la noche en un albergue universitario y al otro día a las 8:00 ya estábamos desayunando y listos para irnos a Weimar, ciudad de la cultura de Alemania y hogar de Goethe y Schiller, figuras claves del Romanticismo alemán y universal. Por complicaciones no previstas, los monitores del viaje tuvieron que improvisar una visita guíada por la ciudad, pero se manejaron bastante bien. Por doquier hay esculturas, edificios clásicos, arte moderno y muros con frases literarias.



Paramos para almorzar y pedimos Würzfleisch (manjar de dioses) y zumo de banana (nunca lo había probado, pero lo recomiendo), esta vez a un precio razonable. Para dirigirnos luego al Palacio Belvedere, para descubrir sus interminables jardines, en el que un par de compis se perdieron alterando un poco los planes de la excursión.




Después dejamos las cosas en el hostal de Weimar y nos dieron la tarde-noche libre, y el pase para la noche de los museos, evento único en el año en el que todos los museos de la ciudad abren hasta medianoche.
Pero lo que pasa con los grupos grandes, es que siempre se pierde demasiado tiempo. Entre ponernos de acuerdo, comer algo, encontrar los sitios, la lluvia y el cansancio acumulado, la verdad es que al final sólo fuimos al Museo Goethe, shame on us! Y casi por casualidad, encontramos una torre en el centro de la ciudad que dentro tenía un pub muy rústico con música en vivo, en donde descubrí mi cóctel favorito para siempre jamás: Tequila sunrise. ¡Nos dio la vida!

El último día permanecimos en Weimar hasta mediodía, porque la mañana estaba reservada para visitar el Memorial-Campo de concentración de Buchenwald. Aunque no era una campo de exterminio y "solamente" moría gente por hambruna o enfermedades, ver un sitio así te deja hecho polvo. Aún así todos deberíamos hacerlo alguna vez en la vida. Lo que más me impresionó fue una sala, en la que se llevaba al preso engañado con la excusa de una revisión médica, y en cuanto se situaba para ser medido, apoyado en una pared con una rendija, un oficial le disparaba desde el otro lado de la pared.



Al terminar la visita dejamos la soleada Weimar, para ir a una lluviosa Eisenach, o a su parte más alta, para ver el castillo de Wartburg, que es patrimonio de la UNESCO y símbolo del feudalismo. En la Wiki está la explicación anecdótica de su nombre. Para destacar, hay una sala cubierta de coloridos mosaicos que ilustran la historia de los habitantes del castillo. 



Y con esto, una burguer y 6 horas de viaje de vuelta, se acaba mi trip y el post. ¿Seré capaz de escribir otro? Compruébalo!! Bis gleich!

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