lunes, 6 de mayo de 2013

Here comes the sun

¡Hola carrasquillófilos!

Empezamos con la canción que da título a esta entrada para animar el cotarro. Total, ya que se resolvió la trampa sobre los títulos que llevaba tanto y tanto tiempo diseñando cuidadosamente, no tiene sentido darle más misterio.


Y es que desde hace algunas semanas el tiempo en Londres nos ha dejado sorprendidos, anonadados e, incluso, ligeramente quemados. Pero a eso volveremos más adelante, primero lo importante: YO.

Hasta el miércoles estuve entregado en cuerpo y alma al examen oral de inglés del miércoles. Vale, en cuerpo y alma tampoco, pero me lo tomé con calma. Con tanta calma que el martes por la tarde aún no tenía la presentación preparada.
El martes por la mañana, por ejemplo, fui de paseo a Portobello Road (por tercera vez) y esta vez me pillé un regalillo de cumpleaños por cuenta de la familia. También me di el gozo de comer churros con chocolate en La Cibeles, un bar que parecía sacado de la Gran Vía de Madrid y que está al ladito de "Supermercados García". Un poco caros, pero al menos ricos... Eso sí, como los de año nuevo en la churrería de San Francisco Solano, ningunos.

Afortunadamente el examen me fue bien y pude responder a todas las preguntas. Si queréis ser capaces de ser expertos en obsolescencia programada, no dejéis de ver el documental "Comprar, tirar, comprar" que recomiendo encarecidamente. Este. No este. Este.

Después del examen, con retraso pero un sol de manga corta, decidí por primera vez probar la comida "typical Spanish" fuera de la patria, cosa que siempre había visto completamente inútil por dos razones. Primero, ¿cómo iba a ser comparable un pescaíto frito o unas croquetas o un flamenquín de la tierra, casi gratis, con uno made in UK y a precio de oro? Y segundo y más importante, ¿para qué diantres me vengo de Erasmus si voy a seguir siendo tortillo-dependiente? 
No me malinterpretéis, la gastronomía de aquí no tiene ni punto de comparación con la española. Que no es por infundir en vuestras jóvenes y manipulables mentes un estereotipo falso, que no. Que ellos mismos lo admiten que su comida es... rara. Que no tienen palabras para decir "buen provecho", sino que se conforman con un estándar y polivalente "disfruten". 
¡Qué vamos a hacer!
Supongo que hay varias razones: la típica comida británica es poco llamativa (¿carne asada con verduras?  ¡Eso lo tiene todo el mundo!), simplona (¿sandwiches para almorzar? ¿judías con salsa de tomate? ¿en serio?) o bien se ha vuelto muy internacional y no puede llamarse "británica" (curry, pasta o noodles son mucho más fáciles y rápidos de hacer que una "pie" decente. La batalla estaba perdida).
Aún así, yo he probado todo lo que he podido de aquí: pies, mash, fish & chips, roast, sandwiches exóticos, crumble, pastries, pasty... Y toda clase de comida internacional también. Ya comeré espetos en Málaga y paella en Valencia, ¿no?

Pero bueno, me voy por las ramas. Al final me convencieron para ir a un "tapas bar" llamado Jamón-Jamón. La camarera por lo menos era española. Bueno, quizá ella discreparía porque parecía un poco independentista, pero no llegamos a conocernos tan bien.
¿Conclusión? Comida rica, ridículamente cara para un español (al menos había 2x1) pero que, seguramente por los ingredientes, en muchas ocasiones no llegaba a la altura de lo que podemos comer en nuestras casas.
A quien le interese (M), la ración de croquetas de pollo traía 4 unidades. Unos 7 euros valía.

Después de eso, un paseo tranquilo hasta Regent's Park con siesta en el césped, volteretas varias y carreras de carretillas y después a la cima de Primrose Hill para bajar la comida.















Y de esto que llegas a casa después de un duro día, te dicen de salir, dudas porque estabas empezando a ver "Pokémon 2: el poder de uno" y una hora después decides honrar el espíritu Erasmus y te vas al Zoo Bar  al "intercambio lingüístico" porque es gratis. Y aunque a las 11.30pm ya deciden marcharse tus acompañantes por el inminente cierre del sistema metropolitano de transporte, tú que vas andando no puedes evitar meterte en la típica aventura sin pies ni cabeza.
Después de andar una media hora desde Picadilly Circus hasta el principio de Tottenham Court Road, resulta que te encuentras con una chica noruega de tu residencia, que parece estar pasando un buen rato con unos cuantos amigos. Si sería bueno que tuve que hacerle notar mi presencia.
Nuestra relación normalmente es de encuentro-en-el-pasillo, "hola-qué-tal", "nada-bien-voy-a-fumar". Sorprendentemente, esa noche al verme se abrazó a mí y se puso la mar de contenta, porque vaya casualidad, y qué alegría encontrarte. Vamos, que iba más pedo que Alfredo.

Le dije que iba ya para casa y ella en principio se unió por razones más que evidentes. Pero sus amigos finlandeses la intentaron convencer para que se quedara para una "fiesta" en el piso de uno, ¡que tenía sidra y todo! Como hiciera lo que hiciera íbamos en la misma dirección, pues fui con ellos. Por el camino, la pobre noruega dio con sus huesos en el suelo y después repetía cada 30 segundos "oh dios mio, no me puedo creer que me haya vuelto a caer". Estaba visto que además del cariño exacerbado, la borrachera le provocaba memoria Dory porque me enseñó una foto de un golpe que se había dado unos días atrás como 30 veces en 15 minutos hasta que me supe la historia de memoria.
Y no paraba de repetir que estaba bien, que estaba bien. ¡Pues claro que estaba bien! Si se raspó la rodilla y ya... Estos nórdicos no tienen nada que ver con los agerridos vikingos de antes...

Decidió quedarse en el piso de los amigos. Pero me invitaron. El espíritu Erasmus me susurró al oído y entré. Total, nunca había estado de "fiesta" con unos nórdicos. Conclusión: aquello era más soso que la fiesta a la que no invitaron a Magmaléfica.
Nos pusimos a beber sidra en una cocina, calladitos y la noruega acabó por enchufar su iPhone para poner música. La conversación tocó temas tan interesantes como "Rap en noruego vs rap en finlandés", principales ganadores de Eurovisión (se los sabían todos, por años, y estaban en el susodicho iPhone para deleite de los presentes) y canciones favoritas de Abba.
Como soy un caballero, me quedé hasta que la rubia se hartó y nos fuimos a casa. Más tarde me enteré de que al día siguiente apenas se movió de la cama, evidentemente.

¿El jueves? Visita al museo de Londres, un sitio interesante para conocer la historia y los principales acontecimientos de la ciudad. Básicamente, el Gran Incendio de 1666... Había una exposición en la que la juventud londinense, a través de vídeos y objetos, nos hacía ver que el Londres actual y la colonia romana Londinium, no eran tan diferentes. Salvo que "Londres ahora es más grande porque en tiempos de los romanos era más pequeño".

Comimos a los pies de la catedral de San Pablo, que estaba a reventar de gente. Y para muestra, un botón:















Fue un buen día que no acabó ahí, porque con las fuerzas que me quedaban me empeñé en ir a uno de los sitios más al sur de Londres que he estado (casi 1 hora en metro, caballeros y damiselas) para una especie de exposición callejera en la que se proyectaban cortos y vídeos en las ventanas de edificios para "celebrar" un festival de cine.
Un poco decepcionante esto... Las "películas" iban desde vídeos caseros de las mascotas hasta imágenes de ecografías de fetos desconocidos. Pero bueno, algo más que añadir a mi lista hipster.

El viernes ya decidí parar y pasé el día tranquilamente en casa. Hasta la noche, cuando después de un par de mojitos caseros nos fuimos a una pop party en un pub que normalmente es de heavy metal para arriba. No había mucha gente así que pudimos bailar de lo lindo y lo pasamos bien. ¿La única pega? No se apuntó demasiada gente con tanto examen y estrés.

El sábado... ¿qué hice el sábado? Probablemente me levantaría tarde. Por la noche fuimos de pub crawl, el primero que hago desde que estoy en Londres (y, probablemente, el último. Ahora veréis por qué).
  • Pub crawl: evento nocturno en el que, en la misma noche, se visitan varios pubs o bares con el fin de pasarlo bien y beber lo que se pueda. El término se usa más concretamente para una especie de "tours guiados" por los pubs más importantes de alguna zona.
Pues eso, con una empresa que se encarga de ir de gira nocturna de pub en pub nos fuimos. Diversión asegurada y, con nada que seas un poco sociable, conoces mucha gente que te pinta tonterías en tu camiseta oficial del evento. Suena divertido, ¿verdad? Lo es, pero también es para ricos.
El fin último de un pub crawl que se precie es acabar como la noruega el miércoles o peor. Y para hacer eso en un pub hay que tener más efectivo del que yo puedo permitirme en una sola noche. El tour suele costar de 10 libras para arriba e incluye unos cuantos chupitos de sambuca (como anís). Pero 4 chupitos, a 1 por hora, no hacen gran cosa. ¿El resto de bebidas? Pues cualquier tontería, lo mínimo son 3 libras más, por muchas "ofertas" que te den por estar de pub crawl.
Pero bueno, era algo que quería hacer, que hice y que disfruté de lo lindo.


Camiseta después del pub crawl.
Está claro que no me pilló ninguno serio... 














Y el domingo, aprovechamos una vez más el sol para ir a Hyde Park de picnic, con sesteo incluido. Nos cuidamos como el que más, desde luego.
Eso sí, si nosotros aprovechamos el sol, los ingleses ya ni os cuento. Aún no hemos llegado a los 20 grados (apenas pasamos de los 15 normalmente y en cuanto se esconde el sol bajamos de 10) y ya hay gente con pantalones cortos, chanclitas, vestiditos de verano y demás. Los parques están abarrotados de picnics, de gente estudiando, parejas románticas, niños jugando... Supongo que siendo una tierra yerma y gris, en cuanto les das un poquito de calor, se lo toman a la tremenda y aprovechan cada fotón caído del cielo.

Y ya está, hoy a estudiar un poco de inglés y recuperar fuerzas. Aunque nunca se sabe qué depara la noche..

¡Un abrazo!

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