lunes, 24 de junio de 2013

Tage wie diese

Hallo meine Damen und Herren!!

¿Ya os habéis recuperado de la maratón de posts? Vale, pues ahora reintentaremos hacer las cosas en su momento, como los estudiantes que acaban fulminados en septiembre y en octubre quieren llevar todo al día...


Esta semana ha sido bastante social y veraniega, dentro de lo que las obligaciones han permitido. Empezamos por un martes que nos despierta con 36 grados sin anestesia, temperatura ideal para visitar la central térmica de Jänschwalde con la clase de Power Plant Technology. Llegamos en pleno mediodía tras una hora en bus sin aire acondicionado y allí nos estaba esperando la relaciones públicas para darnos una pequeña conferencia sobre la planta de co-generación, eléctrica con turbinas de vapor y de calor con gases residuales. Sorprendentemente no se habló de reglas de seguridad, sólo nos dieron el casco y los auriculares y nos llevaron a recorrer la planta, atravesando los edificios de calderas, turbinas y separadores, con un calor insufrible y pringándonos de cenizas, incluso pasando por debajo de una lluvia de chispas procedentes de alguna reparación. ¡Eso sí que es una excursión! Lo más llamativo, como siempre, las torres de refrigeración y la sala de control. Y en este caso también pudimos ver como se lleva a cabo la combustión en las cámaras en vivo y en directo. Aquí algunas ilustraciones:



El miércoles tocó madrugón para hacer un examen de alemán frustrante y el resto de clases, que terminaron curiosamente pronto con unos profesores un tanto sofocados, lo que me dio margen para los preparativos de la barbacoa de despedida de Zach, nuestro profesor del curso de debate en inglés, que se nos va a Israel. Hablamos "über Gott und die Welt" (de todo un poco) y conocimos a una canadiense que es  la versión real de Robin Scherbatsky. Después de ponernos a tono con cervezas, volví a casa, donde Churri y César me estaban esperando para ir a la Viva la México-party de este semestre. Como ya os conté una vez, allí tienes chupitos de tequila (a elegir silver o gold) por 50 céntimos y polo-flashs gratis, que en verano se agradecen mucho más. Esta vez el ambiente estaba más aireado, porque la gente ya empieza a encerrarse para los exámenes, aún así nos reunimos los suficientes vagos para pasárnoslo de lujo.

El jueves sobrevivimos a unas clases resacosas y sobre las 3 de la tarde estábamos listos para pillar las bicis con un par de amigos y tirar para la "playa". Sólo nos faltaba Chanquete. 

 

Las playas de Cottbus son en realidad lagos con cierta extensión de arena, relativamente apartados de la civilización, que en cuanto la temperatura sube unos grados, se llenan de alemanes cuya piel llega al color fucsia. Hombre, no es la costa de Cádiz ni mucho menos, pero para estar en medio de Brandenburgo no  están nada mal. Allí nos encontramos con más amigos de amigos, y pasamos una tarde más que agradable de auténtico verano alemán. El momento de irnos (para nosotros y todo ser viviente que allí se encontraba) llegó más pronto de lo estimado, gracias a una tormenta repentina que nos cubrió durante todo el camino de vuelta. ¡Pero volveremos!

El viernes, después de echar sapos y culebras por la boca, porque perdí no uno, sino dos trenes en Berlín de vuelta del curro, nos fuimos a celebrar el cumpleaños de César. No se les ocurrió mejor sitio para una barbacoa que en medio del parque camino a la uni, donde los mosquitos nos comieron vivos, a pesar de embadurnarnos con repelente y llevar más ropa de la necesaria. Pero comimos y bebimos hasta hartarnos y conocimos gente nueva, entre ellos una pareja, Becky y Chris, ¡que resulta que son nuestros vecinos del 4to piso! Y aprendí un juego nuevo que se llama Bierball: se forman dos equipos, con cada participante armado con una botella de cerveza llena, y se coloca otra en medio de los dos equipos. El objetivo es que todo el equipo termine su cerveza cuanto antes, y sólo puede hacerlo si consiguen derribar la botella del medio con una pelota y bebiendo mientras dicha botella esté tirada, por lo que el otro equipo tiene que correr para recolocarla. Aquí os dejo un vídeo aclaratorio:



Cuando ya no soportamos más los mosquitos, nos fuimos a continuar el cumple en el piso de nuestros vecinos, para establecer lazos y brindar con Stroh 80 y licor de cereza... repugnante.

El sábado recibimos la visita de mi cuñadillo petardo Tom, que ya está de vaciones. Y nos fuimos a ver que tal estaba el Stadtfest de Cottbus. Son las fiestas de pueblo de toda la vida, que coinciden con el día más largo del año (aquí no saben lo que es San Juan, que el cielo se apiade de ellos). No hay mucha diferencia con unas fiestas de pueblo en Granada: escenarios, puestos de comida (uno tenía calamares fritos!) y columpios, aunque en vez de Camela aquí ponen música tradicional alemana. Nos encontramos con Moi y Benita y nos fuimos a bailar merengue para principiantes en frente de un escenario, dirigidos por un showman brasileño. Hay pruebas de esto, pero aún me estoy planteando publicarlas... Luego nos reunimos con los germanos para darnos una vuelta. Mientras Axel ganaba una Barbie en el puesto de tiro, nosotros nos reímos un rato de Mike y su peculiar vaso de cóctel, que pretendía imitar un tronco de palmera, pero en realidad tenía forma de miembro viril.

Finalmente el domingo transcurrió tranquilo, con un poco de estudio y sufrimiento de picaduras de mosquito acumuladas en la semana. Por la tarde echamos una tarde de juegos, a la que se apuntó también el vecino. Y esta mañana por fin con todo el dolor del alma despedimos a Tom, el demonio del sarcasmo.

Bueno, os dejo ya que los exámenes acechan y hay que prepararse. Espero que hayáis pedido muchos deseos en las fogatas y que se hagan realidad!! Bis bald!!

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