lunes, 8 de abril de 2013

La flauta mágica


¡Hola carrasquillófilos!

Se fue la familia, los exámenes apenas se vislumbran en el horizonte de mi futuro, y clases aquí no hay ya (así son los ingleses). ¿Entonces qué? Pues por fin, ¡¡Erasmus time!!

No, este Erasmus no exactamente.
El lunes lo consagré al descanso y a las despedidas, que ya os lo dije la semana pasada.

Pero la historia empezó a ponerse interesante el miércoles, cuando cociné lentejas con chorizo con una compañera de pasillo que se quedó encantada. Ella, a cambio, hizo crumble, que es un postre con frutas y galleta bastante dulzón, pero buenísimo.

Al día siguiente, que ya era jueves, tocaba reunión Erasmus en un pub que ya es de obligada visita. Allí hay happy hour de 5 horas, partidos de fútbol y karaoke en el que se ve a cada personaje que es difícil de creer. Entre Rajamán, el gordo borracho que no sabía lo que cantaba y el inolvidable Hombrefiesta, las noches de karaoke Erasmus merecen la pena. Y si de fondo tienes las vistas del Támesis, para qué contar más.

El viernes por la mañana hice una visita rápida por Camden Market y luego almuerzo en mi restaurante griego favorito. La gente que venga a visitarme a partir de ahora (os queda poco) tiene que probarlo. Eso sí, venid de lunes a viernes que es más barato y encima luego podéis ver el Parlamento por dentro.

Por la noche, un par de pintas en un pub de tradición irlandesa, con una inglesa (L) y un escocés (F). Más británico es imposible. Fue un buen rato y descubrí lo buena que está la cerveza de jengibre.

El sábado fue un día inolvidable. Y vosotros diréis, ¿inolvidable de bueno, o de malo? Pues un poco de todo. Aunque me levanté un poco desanimado por una mala noticia que había recibido el viernes, la visita a Borough Market con el chef M y la encantadora G me hizo recobrar los ánimos.
Y el olor de cada uno de los puestos, también.




Fractalbuloso





 Y así, de puesto en puesto, de nación en nación, fuimos probando toda clase de cosas: panes, embutidos, quesos, mostazas, jamón... eso sí, en miniporciones individuales para pitufos pigmeos.

Y si ya ir a un mercado de abastos como hacía mi abuela, pero con precios desorbitados, no es lo suficientemente vintage, pues luego me fui de concierto clásico: "la Flauta Mágica mística", parte del ciclo de la Orquesta de la Edad de la Ilustración (o algo así). ¿Vosotros que entendéis? Pues tan mal como yo, probablemente.

Uno, que es un chico de provincias acostumbrado a que cuando en un sitio en el que compras una entrada que ponga "orquesta" haya una serie de instrumentos musicales, no pudo estar más errado.
Llegamos allí, nos dieron café y bollitos gratis y nos sentaron en un semicírculo con menos de 20 personas en total. Enfrente de nosotros un hermoso ventanal con vistas directas al río, el Parlamento (yo miraba la hora en el Big Ben en vez de en mi reloj) y el London Eye; vistas eclipsadas parcialmente por una señora gorda.
Por el contexto (la flauta mágica) y las proporciones de la mujer, uno esperaría que se pusiera a dar un do de pecho y de algún sitio saliera una triste orquesta de cámara...
Pues no, nuevo error: la mujer comenzó a charlarnos, presentándose como astróloga profesional (toma ya), y a ahondar en la cultura del misticismo y en su influencia en la obra operística de Mozart.

Para que os hagáis una idea, uno de los momentos álgidos fue cuando esta mujer expresó su alegría al ver que "la sociedad estaba volviendo la mirada de nuevo hacia el misticismo, hacia el mundo interior, sobre todo en la juventud". Una tesis que apoyó con ejemplos como la saga Crepúsculo y la serie True Blood.


Aguantamos la primera hora y en el descanso nos escabullimos con elegancia.
Al menos merendamos bien, estuvimos charlando muy a gusto en Southbank y durante un rato tuvimos unas vistas buenísimas. Y ¿por qué no decirlo?, también aprendimos algo de la cultura londinense y de cómo hay gente que PAGA por ir a una charla de estas características y lleva un cuaderno para tomar APUNTES.

¡Y el día no había acabado! No sabéis lo que es Londres, amigos míos, yo en mi séptimo mes (parece un embarazo esto) apenas he empezado a descubrirlo.
Probablemente no estéis enterados, pero el sábado pasado fue el día internacional de las Peleas de Almohadas. Mejor que describíroslo, os dejo unas fotillos de Trafalgar Square en tan memorable evento.




Washington también se unió a la locura.

Allí echamos un rato, echamos fotos, nos echamos en las almohadas ya rotas y desencajadas... Con el sol que hacía (9º, ya empiezan a verse pantalones cortos), la gente estaba como loca. Para quien no lo sepa, Trafalgar Square es el centro geográfico de Londres y una de las plazas más importantes y grandes de la capital. Y dejan que la gente se líe a mamporro limpio con almohadas. ¡Así es Londres!

Para terminar bien el día, nada mejor que una salida nocturna a uno de los clubs más famosos de Londres. ¿Caro? Bueno, siendo VIP como yo y llegando antes de las 10pm entrabas gratis, así que, ¿cómo negarse? Otra noche muy divertida de bailar hasta quedar sin aliento.

El domingo surgió la oportunidad de ir a Brick Lane (otro mercado con ropa vintage y cosas así). Pero como ya con lo de la Flauta Mágica había cubierto mi experiencia hipster para 3 meses, preferí ir de picnic Erasmus. Hice huevos rellenos, pero está claro que la gente cada vez cocina menos. Si serían perros que unos llegaron con bolsas del McDonald cargadas de hamburguesas de una libra.
Por suerte aún hubo gente que respetó el espíritu de probar comida tradicional de diferentes países y recuerdo con especial cariño una torta de almendras portuguesa y unos bollitos rellenos de queso típicamente Colombianos.

Y eso ha sido mi semana de Erasmus hasta ahora, salvando algunos detalles sin importancia como que tal vez ya tenga futuro para unos meses. Por cierto, se nos han muerto la Montiel y la Thatcher, mujeres influyentes donde las haya. En su momento.

BRITISH HIDE & SEEK

Hoy la entrada ha sido larga y llevo con ella mucho tiempo (no veáis lo difícil que es colocar fotos bien), así que no daré muchas explicaciones.

La semana pasada estaba la cosa escondida, pero era uno de los momentos más famosos de la literatura británica: la duda existencial de Hamlet, personaje de la obra "Hamlet, príncipe de Dinamarca" del bardo inmortal, Shakespeare.
Es otra escena del texto. La fuerza esta imagen se asocia
erróneamente con la parte más conocida de la obra.



"To be, or not to be: that is the question:

Whether 'tis nobler in the mind to suffer 
The slings and arrows of outrageous fortune, 
Or to take arms against a sea of troubles, 
And by opposing end them?"




Básicamente el pobre príncipe se estaba preguntando si debía acabar con su propia vida. Un pensamiento que ya no se me hace tan raro ni desconocido. Al final, temiendo el castigo en la otra vida por terminar su vida de forma abrupta y "amoral" decide seguir adelante con su venganza.

Esto es todo por hoy, espero que os haya gustado y que os animéis a leer a Shakespeare, que no tiene desperdicio.


¡Un abrazo!

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